Hay variables diferentes que dictan si se produce un cambio o no: el deseo de que se cumpla, la constancia… Y especialmente, el Tiempo. Muchas veces para que algo se modifique se necesita tiempo. Sea para que aumente (una habilidad), o disminuya (algo indeseable) o simplemente para cambiar un acto por otro. De muy diferentes maneras cada proceso tiene un ritmo propio. A veces, se pueden acelerar o enlentecer a nuestro antojo.
Pero, incluso así, hay ritmos que hay que respetar porque si no, simplemente no se produce el cambio esperado. La imagen de la plancha es muy gráfica. Cuando terminamos de planchar y la apagamos, no se enfría al instante. Necesita un periodo de tiempo para ir progresivamente perdiendo calor. Poco a poco se va quedando fría. Necesita ese tiempo y hay que esperar. Con muchos cambios pasa lo mismo: hay que dar el tiempo necesario y ajustar el tempo para que se pueda conseguir. Así que, deja que la plancha se enfríe.
Qué ejemplo más gráfico, es cierto que necesitamos respetar los ritmos de nuestros procesos.