Había una vez un guerrero indio al que le regalaron un caballo espléndido. Todos los demás habitantes de su poblado le decían que tenía mucha suerte. Él respondía: “puede…” Al cabo de unos días, su caballo se escapó. La gente le decía que tenía mala suerte. Él decía: “puede…”. Al cabo de unos días, el caballo regresó trayendo detrás un grupo de ponis. La gente le comentaba lo afortunado que era. El guerrero, respondía: “puede…” Su hijo, joven y valeroso, al montar en uno de los ponis, se cayó y se rompió una pierna. La gente decía que qué mala suerte habían traído los ponis. Él se limitaba a decir: “puede…”. Unos días después el poblado entró en guerra con otra tribu cercana. Hubo enfrentamientos y murieron muchos jóvenes. El hijo del guerrero no pudo ir por su rotura, y salvó la vida. La gente le volvía a decir lo afortunado que era. El guerrero, volvió a decir: “Puede…”
¿Qué es bueno y que es malo? Muchas veces, no tenemos ni idea. Nos anticipamos sacando conclusiones acerca de esto y aquello, y luego las cosas cambian de manera radical sin darnos cuenta.
Quizás coger las cosas según vengan sin ir demasiado allá sea más útil en nuestras vidas.
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