Llegados a una cierta edad no es que uno tenga las respuestas definitivas sobre cómo llevar una vida adecuada y satisfecha. Leemos en múltiples medios de cómo lograr la felicidad y nada nos suena como algo enteramente novedoso. Más o menos, son conclusiones que ya habíamos leído o escuchado, o que ya habíamos llegado por nosotros mismos. Siempre hay cosas nuevas pero el malestar no suele provenir por ignorancia sino por olvido.
Aclaro que me refiero a pautas generales, no a soluciones específicas de problemas concretos. El malestar surge cuando nos damos cuenta que llevamos tiempo sin practicar esas medidas de higiene mental. Por hacer un símil físico, es como cuando uno pierde la forma por dejar de hacer deporte con continuidad. Se empieza a encontrar más cansado, con menos vigor… hasta que cae que ya no lleva las rutinas como antes. Es muy fácil caer en la molicie, en la pereza y sin darnos cuenta, abandonamos de manera progresiva todas esas cosas (mentales y comportamentales) que nos promovían salud mental.
Así cuando empiece a encontrarse desanimado, algo triste, sin energía, o muy aburrido, parese a pensar que cosas ha dejado de hacer, qué rutinas mentales lleva tiempo sin hacer. Refresque que cosas le hacían sentir mejor.
Y sin prisa pero sin pausa, vaya reincorporándolas progresivamente a su vida. Y seguro que empieza a notar mejoría vital. Recuerde también que, probablemente, en el futuro vuelva a olvidarse y le tocará volver a refrescar.
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